Presentar en un concierto obras propias es acercarse el trabajo compositivo desde dos miradas: la de compositor por un lado, y la de intérprete por otro. Se amalgaman, se complementan, se vuelven una sola actividad. Cuanto componemos en la interpretación y cuanto interpretamos en la composición es objeto de debate. Pero en lo que podemos estar de acuerdo es que aún un intérprete que se dedique exclusivamente al estudio de obras ajenas, está dejando su marca personal en la realización de éstas obras. Si el intérprete trasciende en su ejecución, no tenemos dudas que es porque ha dejado en claro su visión de la obra presentada. Y la trascendencia de la interpretación se transforma en un acontecimiento particular: el intérprete se vuelve medio y propósito de la obra presentada. En este sentido, interpretar obras de propia autoría puede tornarse doble función: escribo y transformo en realidad lo escrito. Es legítimo preguntarse entonces qué significa realizar en concierto obras de autoría propia, ya que lo interpretado también se vuelve marca personal en un circular de interpretación y creación. No pretendo contestar esta pregunta sino plasmarla en una presentación, de manera de dejar este interrogante en el seno mismo del evento. Contestar la pregunta a través de la pregunta misma, a través del tránsito del cuestionamiento.
En el concierto del día 14 de Enero propongo hacer una monografía, una elaboración de mi transitar musical, y, si se quiere, una declamación que ahonde en esta pregunta dicotómica – interpretación/composición – tan cara a mi musicalidad como persona.